Han pasado 16 años nada más y nada menos desde que abandoné el Colegio Público Juan Carlos I de Llano de Brujas y el pasado viernes, gracias al tesón de Rosario Zapata y a la voluntad de todas y todos, logramos juntarnos las amigas y amigos de la promoción 86-93.
Fue una noche de reencuentros, de risas, de anécdotas… pero sobre todo una noche muy especial de la que tenía muchas ganas de que llegase para ver a las mujeres y hombres con lo que compartí tantos días, tantos sueños y tantas ilusiones.
Por un instante parecía como si no hubiera pasado el tiempo por nosotros, como si hubiésemos despertado de un largo sueño y nos volviésemos a encontrar con nuestras mochilas llenas de libros y de libretas cuadriculadas. Recordamos los viajes de estudios, a Don José Vigueras con sus palmetazos inolvidables, a Doña María Teresa con sus largos debates sobre temas de actualidad, a Don Francisco y esas clases de educación física, a Don Luís (el director), a Don Jorge, a Doña Pilar… y tantos y tantos profesores que se esforzaron para sacar lo mejor de nosotros. Estoy convencido de que hoy estarán muy orgullosos de nosotros porque nos hemos convertido en los hombres y mujeres por los que ellos tanto trabajaron en los primeros años de nuestras vidas.
Lo mejor de todo es que a pesar de que pasen los años, la amistad perdura porque lo que nos une es algo tan fuerte como el hecho de haber compartido nuestra infancia juntos. Espero que no quede aquí la cosa y que este sea el primero de los muchos encuentros que organicemos para recordar viejos tiempos.
A los que no pudieron asistir, decirles que pasamos lista y que a la siguiente no pueden faltar, y a los que nos vimos deciros que GRACIAS por hacerme sentir niño otra vez.
Os dejo con una canción, cuya letra puede ayudar a entender lo que trato de decir en este post.
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