Aprendí algo que hubiera resultado evidente incluso para un niño. Que la vida es sencillamente una colección de pequeñas vidas y que cada una de ellas dura un día. Que debíamos dedicar cada día a buscar belleza en las flores y en la poesía, y a hablar con los animales. Que no hay nada como una jornada empleada en soñar, en disfrutar de la puesta de sol o de la brisa fresca.
Ese párrafo aparece en el libro “El cuaderno de Noah” de Nicolas Sparsks. Desde el pasado domingo he estado disfrutando de esta novela que me ha fascinado y que me ha aportado intensos momentos para la reflexión personal. Había oído hablar de este libro y de la película, que por cierto todavía no he visto, y la verdad que tras su lectura no puedo decir más que hay que leerlo.
Ese párrafo aparece en el libro “El cuaderno de Noah” de Nicolas Sparsks. Desde el pasado domingo he estado disfrutando de esta novela que me ha fascinado y que me ha aportado intensos momentos para la reflexión personal. Había oído hablar de este libro y de la película, que por cierto todavía no he visto, y la verdad que tras su lectura no puedo decir más que hay que leerlo.
Tengo que agradecer su lectura a mi amiga y compañera Mariajo, quién me lo ha prestado y me ha animado a leerlo… Desde aquí le doy las gracias porque ya me dijo que me iba a gustar, y lo cierto es que no me ha gustado sino que me ha encantado.
Ahora seguiré con “La mano de Fátima” de Ildefonso Falcones que me regaló el día de mi santo alguien que me conoce perfectamente y a quién le deseo siempre lo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario